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ELDEN RING: Evolucionando la saga Souls

10
Positivo
Negativo

Para empezar, no, Elden Ring no es un Dark Souls. Es como si de repente te encuentras con un viejo amigo. Sigue siendo él, pero ha cambiado, ha evolucionado. Esto es lo que es Elden Ring, una evolución de los Dark Souls principalmente, y de la saga Souls en general, pues toma elementos también de otros juegos como Sekiro.

Otra nota antes de seguir. Esta reseña está totalmente libre de spoilers. Si eres como yo que has deseado hincar el diente a este juego desde hace tiempo, supongo que lo agradecerás.

Nuevas mecánicas

Aunque si has jugado a los Dark Souls ya más o menos conocerás las mecánicas de este tipo de juegos, no está demás que explique que Elden Ring respeta estas mecánicas añadiendo algunas cosas. La principal, a mi entender, es el mundo abierto. Ojo, mundos abiertos hemos visto a estas alturas unos cuantos, pero me atrevo a decir que pocos del nivel del que nos presenta Elden Ring. Este mundo da una total libertad de movimiento (esto no es nuevo) pero es que además lo adereza con una cosa de la que casi todos los mundos carecen: te invita a explorarlo. Aquí no encontrarás mapas que te indiquen donde ir o donde están los enemigos. Los mapas tienes que conseguirlos. Las indicaciones tienen que dártelas los NPCs con los que hables. Sólo la misión principal queda señalada en el mapa, pero de una forma tan vaga que puede pasar desapercibida si no te das cuenta. Estarás pensando, «pues vaya rollo». Al contrario. El mundo está lleno de sorpresas, de enemigos, de mazmorras que encontrar, de lugares que descubrir, de NPCs con los que hablar… La cantidad de cosas que hay que hacer es tan abrumadora que sientes que no has hecho ni la mitad de las cosas pero decides seguir avanzando en al historia para no pasarte la vida en el mismo área. No se si la colaboración con George R.R. Martin tendrá algo que ver, pero de verdad, este mundo te engancha.

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También se incorpora de Sekiro la mecánica del sigilo, que te permitirá sorprender a los enemigos o incluso evitarlos. Y créeme, más de una vez seguro que lo haces. Porque otra de las cosas que añade este juego a la mecánica Souls es que la cantidad de bosses y semi-bosses o, simplemente, enemigos duros que te vas a encontrar a lo largo del juego es demencial. El equipo de diseño ha tenido que sudar la gota gorda. Y no hablo de fases avanzadas. Nada más empezar el juego, y sin contar un semi-boss diseñado para matarte, te encuentras un caballero montado en su caballo que te pondrá las cosas más que difíciles. Supongo que es para que sepas que, parafraseando a Leónidas de 300, «esto es un souls«.

Muchas más cosas se han añadido al juego, pero mencionar únicamente dos que me han parecido también destacables. Primero, por fin disponemos de un corcel para recorrer el mundo de una forma más rápida. Y no solo eso, también es posible combatir montado en tu corcel. Esto te recomiendo probarlo porque es algo realmente nuevo y divertido. Segundo, se han incorporado también mecánicas de crafteo para que no dependas exclusivamente de los herreros o comerciantes (con el consecuente gasto de almas, runas en este caso) para equiparte. Esto por un lado me parece todo un acierto, dado lo complicado que es recoger runas, pero por otro te obliga a estar continuamente pendiente del entorno para ir cogiendo todo lo que veas.

Dificultad en todo, para todo

Aunque a primera vista, casi todo nos parece igual, hay también diferencias en cómo se desarrolla la historia. La más obvia que mencionaba antes, estás en un mundo abierto y tienes que explorarlo, descubrir qué hacer. Pero no solo eso, el enfoque narrativo de Elden Ring también cambia. No existe ningún tipo de guía de misiones o similar. La principal está marcada en el mapa, pero las secundarias no dejan ninguna marca. Tendrás que hablar con los NPCs para que te digan y tendrás que acordarte (o apuntar) para seguir con las historias que te interese.

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El mapa también, como decía antes, no existe. Se construye a medida que vas explorando las zonas y encontrando construcciones que quedan marcadas. Ocurre lo mismo con los lugares de gracias (como se llaman ahora los puntos de descanso), tienes que descubrirlos.

A medida que te adentras en la historia y descubres sus secretos, no sólo conocerás a muchos NPCs y te cruzarás con sus líneas de búsqueda, sino que también tendrás la opción de elegir un bando y construir la historia de tu personaje en función de esas elecciones. Elden Ring da un paso de gigante en lo que se refiere a narrativa con esto, pues añade un punto adicional de complejidad al desarrollo de la trama, obligando al jugador a pensar bien sus elecciones, siendo totalmente posible caer en el bando equivocado.

El combate, elemento clave en todos los juegos de FromSoftware, es otro de los elementos que ha evolucionado. Es verdad que no de forma radical como ocurrió en Sekiro, pero aun así hay cambios. Por ejemplo, la inclusión del salto y el ya mencionado modo sigilo, hace que haya nuevas estrategias de combate. Pero no solo eso, si bien el elenco de características se mantiene similar al de otras entregas, hay alguna nueva, Arcano, que resulta algo desconcertante de inicio. A mi al menos, me ha costado entender su utilidad y, sobre todo, me parece que complica la evolución de los personajes de tipo mágico. A esto, además añadir que el elenco de tipos de armas también se ha visto aumentado, lo que añade una mayor riqueza en las opciones que tenemos para encontrar nuestra build perfecta, aunque también añade una mayor complejidad. Destacar, la cantidad de set de movimiento que encontraremos. De nuevo, un gran esfuerzo del equipo de diseño. Otra mejora, las cenizas de guerra, vienen a aportar una vuelta de tuerca adicional al concepto de especialización de las armas que ya existía en anteriores Souls. Este nuevo concepto le añade versatilidad, sin duda.

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Todo esto hace que construir nuestra build no sea algo mecánico, todo lo contrario. De hecho, será una de tus mayores preocupaciones según vayas avanzando e incorporando armas y capacidades en tu arsenal. Si eres puntilloso, puedes pasar muchas horas probando y afinando la configuración.

Aunque ya lo mencioné antes, también la distribución de los enemigos es novedosa. La cantidad de enemigos «especiales» nunca ha sido tan alta, lo que complica el avanzar si eres de los que te gusta limpiar bien todas las zonas que te encuentres. Tampoco los enemigos normales son sencillos, pues casi siempre los encontrarás en grupos, dificultando su eliminación. Como ves, nada es fácil en el juego.

Un juego casi infinito

Puede que Elden Ring sea, en estos momentos, la mejor experiencia de videojuegos en el panorama. Y no solo por sus mecánicas y su historia. Lo que consigue Elden Ring es que quieras perderte en su mundo, desentrañar todos y cada uno de sus secretos. Hay mazmorras por todos lados, cantidad de NPCs que te mandarán a misiones secundarias. Bosses secundarios que querrás eliminarlos únicamente por el placer de vencerles. Zonas ocultas que tendrás que desbloquear con llaves o incluso con rompecabezas… Es tal la cantidad de cosas que tendrás que hacer que puede ser abrumador si te paras a pensarlo. Quizás este sea uno de los pocos peros que veo al juego. Su profundidad puede llegar a encontrarte a veces que has dedicado varias horas de tu vida sin ningún avance. A mi me ha ocurrido que, dos horas después de ponerme a jugar me he planteado en qué había dedicado ese tiempo. O, al contrario, siguiendo este afán explorador que el juego potencia, te encontrarás que has llegado a zonas en las que tu nivel no te permite avanzar. En estos momentos es mejor que replantear qué estas haciendo y pensar si estás yendo por donde toca.

Llevo unas 40h de juego y no lo he terminado y, lo que es peor, creo que no estoy ni cerca de hacerlo. En otro juego seguramente tiraría la toalla y pasaría al siguiente. En Elden Ring eso ni se me pasa por la cabeza. ¿Dónde voy a encontrar una experiencia similar?

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Alberto Sánchez

¡Me encantan los videojuegos! Es mi pasión desde que un día mi padre trajo a casa un flamante ZX Spectrum. Desde entonces, no recuerdo haber parado de divertirme, frustrarme, emocionarme y por supuesto, maravillarme con todo lo que este mundo es capaz de ofrecer.