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A PLAGUE TALE: REQUIEM, una película medieval

8
Positivo
Negativo

Hay veces que no se puede hablar simplemente de «juegos». Tendríamos que hablar de películas o incluso experiencias interactivas. Este tipo de juegos suelen tener el mismo patrón en cuanto a que nos enganchan con una historia que suele ser excepcional, digna de una película de Oscar. También tienen un apartado gráfico muy realista, para que podamos imbuirnos en la experiencia cinematográfica. Por contra, suelen tener una jugabilidad reducida, al servicio total de la historia que se quiere contar. Esto, en pocas líneas, es lo que te encuentras cuando juegas a A Plague Tale: Requiem.

Una historia cinematográfica

Decir que este juego es continuación de otro que se publicó hace unos años, A Plague Tale: Innocence. Es importante porque, como en una continuación cinematográfica, los hechos que ocurren en Requiem son continuación directa de los de Innocence. Sin hacer mucho spoiler, los protagonistas principales son Amicia y Hugo, dos hermanos. Amicia es la mayor y se ha erigido en la protectora de su hermano pequeño, que sufre una extraña enfermedad llamada la Mácula.

Tras lo acontecido en Innocence (os recomiendo si no lo has jugado, al menos mira vídeos por internet), nos encontramos a la familia De Rune de viaje hacia una residencia que les permita vivir una vida tranquila. te puedes imaginar que de tranquila no va a tener nada…

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Voy a tratar de no destripar nada de la historia, porque lo bueno es descubrirla por uno mismo, pero es ciertamente complicado sin mencionar algunas cosas. Así que si no quieres conocer ni el mínimo detalle, te aconsejo que saltes los siguientes dos párrafos.

El motor de la historia y de todo el juego en realidad es la relación que mantienen los personajes principales. Amicia y Hugo, mucho más unidos gracias a los eventos anteriores, aun formado una especie de vínculo que va más allá del fraternal. Amicia, asume completamente la responsabilidad del bienestar de su hermano y no duda en hacer lo que haga falta para protegerle. Es esta responsabilidad, este vínculo de cuidadora, es el que hace que Amicia tome algunas decisiones que van moldeando el curso de la aventura únicamente pensando en el bienestar y mejora de su hermano

El camino que abren las decisiones nos llevan a profundizar en la relación de ambos personajes y a ver cómo se fortalece más allá incluso de lo que ya estaba. Pero también nos sirve para aprender que no es una relación nueva. Todo lo contrario, es algo que se repite en la historia, como una especie de profecía o ¿maldición? que debe repetirse cíclicamente.

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En todo esta historia somos meros espectadores. No podemos más que sentarnos y empatizar con las decisiones que Amicia toma porque el juego nos permite intervenir únicamente cuando hay que ir de A a B o cuando nos toca resolver algún puzle. Poco más. Pero, a decir verdad, ya sabemos a lo que venimos al jugar a este tipo de juegos, así que tan contentos. Lo importante aquí es que los guionistas hayan hecho bien su trabajo y cuando se toman esas decisiones seamos capaces de empatizar con el personaje de Amicia y comprenderlas e, incluso, compartirlas. Y, sin duda, el trabajo en este sentido es extraordinario.

¿Jugabilidad?

Este tipo de juegos son más películas interactivas que juegos. Pero, sabiéndolo, lo tenemos que asumir y disfrutarlos tal como son. Lo que sí tenemos que exigir es que en los momentos que podemos intervenir la experiencia sea lo mejor posible. En este sentido, Requiem es un juego bastante normal. Como decía antes, podemos interactuar con la historia en determinados momentos. Cuando tenemos que desplazarnos por el mundo (nada de mundo abierto, totalmente guiado) casi ni podemos ir a nuestro aire. El juego te obliga a ir a determinados puntos para continuar la historia trazada e incluso te limita el cómo ir, si debes ir andando, a trote o corriendo. Es un poco frustrante, la verdad, aunque entiendo que es un peaje más a pagar por la inmersión en la historia.

Los puzles son realmente simples, no creo que nadie tenga problemas para superar cualquier de ellos. Tampoco hay casi nada que explorar. Se han incluido algunos secretos en cada nivel, pero también bastante simples de localizar, nada que suponga un reto para los cazadores de insignias.

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Lo que si llega a ser entretenido son las fases de escaramuza. Entretenidas y frustrante. En estas fases básicamente lo que solemos tener que hacer es llegar a algún sitio y en el camino tendremos que ir evitando que bien los soldados nos detecten o bien las ratas nos devoren. Las que tienen que ver con ratas suelen ser más cercanas a un puzle que a otra cosa. Tendremos que ir buscando cómo avanzar, bien encendiendo fuegos, bien dando cebo a las ratas, … cualquier cosa que nos las quite de en medio. Estas zonas son menos complejas que las de soldados, aunque también hay veces que pueden desesperar, sobre todo cuando hay zonas en las que parece que se pasa sin problemas y acabamos devorados.

Las zonas de soldados son las más desafiantes. Podemos optar por escabullirnos sin que nos vean o incluso eliminar algún soldado con cuidado de no alertar al resto, pero el enfrentamiento frontal está totalmente descartado más que en momentos puntuales y para huir todo lo rápido que podamos. En general, no suele haber problema para distraer a los soldados de múltiples formas, aunque conforme avanza la aventura, la acumulación de enemigos comienza a ser muy alta, y el que pasemos de algún punto concreto en el que patrullan muchos soldados nos costará más de un intento. Mucha paciencia en estas partes porque a mí en algún momento me ha llegado a desquiciar.

¿Es divertido jugar en estos términos? Pues, sin decir que en algún momento la tensión se masca podemos encontrar reto en superar a las ratas y/o soldados, en general todas las fases de este estilo son similares y terminan por aburrir. Supongo que conscientes de esto, los diseñadores han incorporado otras modalidades, como las fases que tenemos que defendernos de los enemigos montados en una barca o de un carro, las fases en las que tenemos que huir de alguna amenaza que nos pisa los talones, o el aluvión de combates más hacia el final del juego. Aporta algo más variedad, pero no compensa frente a las ganas de acabarlas cuanto antes y seguir con la historia.

Apartado técnico y conclusiones

No es ningún secreto que el segundo pilar de estos juegos suele ser el apartado gráfico. Requiem no es una excepción en este sentido, más bien un alumno aventajado. La calidad gráfica del juego es brutal (en la versión de PC evaluada, aunque supongo que el resto no le irán a la zaga). No he visto nada tan espectacular a nivel de diseño de personajes y ambientación en mi vida. Y, por supuesto, las cinemáticas también son espectaculares. Si nos dejamos llevar lo más seguro es que nos olvidemos de que estamos delante de un juego, y pensemos más en estar viendo una gran super producción de Hollywood. Y eso que no tenía el juego a tope, lo he jugado a 2K con un calidad media. Eso sí, con el DSSL activado, que se nota mucho (increíble lo que ha evolucionado esta tecnología).

Por contra, hay cosas que no terminan de estar pulidas al mismo nivel del apartado gráfico. No hay nada que destaque para mal, pero se nota por ejemplo en las animaciones, a las que no se les ha puesto el mismo mimo que en el apartado artístico. Pequeños detalles como las transiciones de un movimiento a otro generan ciertos saltos. Pero vamos, nada que rompa la experiencia del juego en sí.

Para mí, es casi un pecado que este tipo de historias se vean encorsetadas bajo el «estima» de una carcasa de videojuego. Son historias que lucirían en su máximo esplendor como una serie de Netflix, HBO o similar. Y esto es lo que deseo para A plague tale que, como le ha ocurrido a The Last of us, tengamos la suerte de ver su adaptación a serie y que, paradójicamente, podamos disfrutar de esta gran historia sin pagar el peaje de tener que jugarla.

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Alberto Sánchez

¡Me encantan los videojuegos! Es mi pasión desde que un día mi padre trajo a casa un flamante ZX Spectrum. Desde entonces, no recuerdo haber parado de divertirme, frustrarme, emocionarme y por supuesto, maravillarme con todo lo que este mundo es capaz de ofrecer.