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7
Positivo
Negativo

Hace unos días que pude probar la demo de Cult of the Lamb en Steam y las impresiones que saqué de aquel pequeño aperitivo apuntaban a un juego simpático, mezcla de muchas cosas, pero sin llegar a entender muy bien qué ofrecía por lo corto de su duración. Ahora, con la versión final ya en la calle y habiendo dedicado tiempo a jugar puedo decir que es uno de los juegos más entretenidos que he tenido el placer de jugar en los últimos meses.

Cambiando las tornas

La propuesta de partida es tan curiosa como atrayente. Somos un cordero que va a ser sacrificado. En el momento de morir, se nos aparece un ser demoniaco que nos ofrece devolvernos a la vida si a cambio le servimos, eliminando a sus enemigos y organizando un culto a su figura. Obvio que no nos queda otra que aceptar tan extraña propuesta… Así que nuestro pobre corderito cambia radicalmente y, hacha / espada / daga en mano, se convierte en una máquina de aniquilar a todos los enemigos de la nueva fe que se acaba de crear.

Tras esta pequeña introducción del juego es cuando comienzan a aparecer los matices. Básicamente hay dos juegos dentro de Cult of the Lamb. Por un lado, tenemos que encargarnos de eliminar a los enemigos de nuestro dios. Esto lo haremos con una mecánica tipo roguelike en las que tendremos que ir avanzando por las distintas zonas, donde las habitaciones se generan aleatoriamente, para ir eliminando a todos los enemigos y seguir avanzando hasta llegar al boss del nivel.

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Pero hay una segunda dinámica, radicalmente distinta a la primera, en la que tendremos que hacer crecer nuestro culto, reclutando a nuevos seguidores y cuidando de ellos para que estén contentos, alimentados y descansados.

¿Cómo puede ser que planteamientos tan distintos funcionen? Pues la verdad es que funcionan, aunque no de forma tan cohesionada como quizás pretendían los desarrolladores.

Un roguelike sencillo

Empecemos por la parte más sencilla. La mecánica roguelike sigue casi al milímetro las pautas de los últimos juegos que han dejado huella en este estilo. Es decir, tenemos que avanzar por un mapa de habitaciones generadas aleatoriamente, y podremos avanzar únicamente cuando hayamos eliminado a todos los enemigos de la sala. Nos darán un par de armas al principio que podremos cambiar si encontramos nuevas armas por el caminio. Y también hay potenciadores a modo de cartas del tarot que nos darán algunas ventajas. Este punto lo veo desmedido pues no hay límite para las ventajas y te puede juntar con cuatro o cinco cartas sin problema, facilitando bastante el avance.

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Una novedad que aporta Cult of the Lamb es que, a parte de eliminar enemigos, tenemos que estar atentos a farmear cada pantalla para recolectar todos los materiales que haya, que luego nos serán útiles en el campamento del culto.

La variedad de enemigos es poca, dos o tres por zona, lo que ayuda a conocer rápidamente los patrones de movimiento y ataque de cada uno. A mi me ha parecido que los combates no son difíciles y normalmente se pierde vida por algún error puntual. Cierto es que el problema de estos juegos no es pasar una pantalla concreta, si no el conseguir llegar al boss de la zona sin haber perdido demasiada vida y tener reservas suficientes para acabar con él. En el modo normal en que he jugado, el juego no supone un reto en las dos primeras zonas. El volumen de enemigos en la pantalla es bajo y no es complicado limpiarlas. También el número de pantallas para alcanzar el boss de zona es relativamente corto, así que normalmente llegaremos con vida más que suficiente para acabar con él. Y las mecánicas del boss tampoco son difíciles. Aún no probé con otros niveles de dificultad, pero o mucho cambian o que nadie espere un reto en esta parte. Basta decir que para hacer las dos primearas zonas solo morí una vez.

La conexión con el «segundo» modo de juego viene porque para acceder a nuevas zonas (y así poder acabar con el resto de deidades enemigas) es necesario tener un número mínimo de seguidores en el culto. Así que nos toca también dedicar tiempo a que nuestro culto prospere.

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Un civilization más elaborado

La dedicación al culto comienza a ser una actividad paralela para acabar convirtiendose en el mayor consumidor de nuestro tiempo de juego. Y es que, sin llegar a la profundidad de los juegos de este estilo, me ha sorprendido la cantidad de cosas que podemos (y debemos) hacer. El hilo argumental de esta parte es que nuestro culto crezca y para ello nuestros seguidores tienen que estas a gusto, lo que se traduce en tener la barriga llena, el alma plena y sus necesidades materiales cubiertas, además de algún capricho puntual que nos puedan pedir.

De lo primero que tendrás que preocuparte es de construir las estructuras básicas: el templo, las camas de los fieles, un huerto,… El problema es que todas las construcciones (menos los adornos) se van desbloqueando a medida que tus fieles rezan y, con sus rezos consigues los puntos para obtener las mejoras. Así que tienes que tener seguidores que recen. Pero también necesitas seguidores que trabajen si no quieres que te toque a ti hacer todas las tareas del campamento (recoger piedra y madera es lo primero, pero luego hay más cosas). Así que te toca incrementar el número de fieles. Esto lo puedes hacer rescatando personas en las zonas de lucha o bien comprarlas a una simpática araña que las vende momentos antes de zampárselas. También hay que limpiar las caquitas / vómitos de los fieles para que el campamentos esté limpio, que si no pueden enfermar e incluso morir. No hay que ser muy listo para entender que a más fieles, más necesidades que satisfacer (más trabajo). Como ves, son mecánicas básicas pero que nos mantendrán entretenidos, sobre todo cuando no podamos avanzar a nuevos niveles porque no tenemos el suficiente número de fieles.

Lo más divertido / original lo he dejado para el final. Como buen culto, los fieles tienen la necesidad de que su líder refuerce su fe. Si no lo hacemos, la fe comenzará a mermar y hará que muchos de ellos comiencen a abandonar el culto, lo que nos impedirá abrir las nuevas zonas. ¿Veis como está todo hilado?

Hacer crecer la fe es una tarea que también lleva su tiempo. Lo podemos hacer mediante el sermón diario pero también iremos desbloqueando rituales y las doctrinas. Las primeras son actos que haremos en conjunto con nuestros fieles y que suponen un fuerte empujón de fe. Son muy variados y divertidos (e incluso hay alguno cruel), pero mejor no los destripo porque es parte de la diversión. La pega que tienen es que requieren recursos y una vez ejecutados, hay que esperar un tiempo para poder repetirlos. Las doctrinas en cambio son normas que, como buen líder de secta, nos iremos inventando para que los fieles se comporten de la manera que más nos convenga en nuestro modelado del rito.

Muchos juegos en uno, con sus cosas

Como decía al principio, el juego me ha gustado por su planteamiento original y por la explosión de cosas que hacer y descubrir, de las más originales que recuerdo. Su planteamiento mezcla de géneros está bien resuelto aunque puede llegar a cansar. Habrá veces en que te apetece avanzar en el juego y para eso toca ir a las zonas de lucha. Pero una vez derrotes a los bosses iniciales, no te queda otra que dedicar tiempo a las tediosas tareas del día a día del culto. Aunque los fieles hacen algunas de las tareas, la mayoría te toca hacerlas a ti, bien porque aun no tienes fieles suficientes, bien porque no has desbloqueado los edificios para que te ayude, bien porque están enfermos (enferman demasiado…). Al principio es entretenido, pero cuando te toca a ti recoger cacas, cocinar, plantar las semillas, etc. durante un tiempo, se vuelve tedioso y lo único que quieres es ir a descargar adrenalina matando infieles del culto contrario :-D.

Lo que más me ha gustado es toda la dinámica en torno a la secta. El sentirse el líder de una comunidad de este tipo, con sus ventajas de poder decidir qué normas implantar pero también con sus obligaciones de dar el sermón diario y preocuparse porque los fieles estén contentos y vayan progresando en su fe es, con diferencia, lo mejor del juego.

Con todo esto, sólo decir que además el juego está resuelto técnicamente de una forma impecable. Como no podía ser de otra forma, la parte gráfica está resuelta de forma simpática pero con un punto oscuro que le va muy bien al juego, haciendo que el conjunto no parezca un juego infantil, lo que yo personalmente agradezco.

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Alberto Sánchez

¡Me encantan los videojuegos! Es mi pasión desde que un día mi padre trajo a casa un flamante ZX Spectrum. Desde entonces, no recuerdo haber parado de divertirme, frustrarme, emocionarme y por supuesto, maravillarme con todo lo que este mundo es capaz de ofrecer.