Hay juegos que, sin llamar la atención de primeras, te atrapan en cuanto le dedicas un rato. Y lo hacen simplemente porque son divertidos. Ball X Pit pertenece claramente a esta categoría. Desarrollado por un pequeño estudio independiente, este título propone un plantamienteo muy simple al tiempo que caótico. Deberemos sobrevivir, en un pasillo infinito, a oleadas de demonios armados únicamente con unas bolas que rebotan por todos sitios. ¿El resultado? Una tan simple como adictiva que te mantendrá pegado a la pantalla más tiempo del que probablemente deberías admitir.
Historia
Obviamnte, este no es un juego donde la historia importe, pero la tiene. La premisa es absurda y encantadora a partes iguales: eres una bola con cuerpo humanoide en un universo donde los pozos de bolas no son atracciones para niños, sino arenas de combate interdimensionales. Según el lore del juego, tras la destrucción de Bolabilonia, los tesoros de la ciudad quedan esparcidos en el foso al que se le llamó «el gran pozo». Nuestro papel será el de cazadores de tesoros que exploran este pozo lleno de enemigos y obstáculos, buscando riquezas y recursos para reconstruir Nueva Bolabilonia mientras sobreviven a hordas de criaturas que lo pueblan.
Como ves, la historia no sirve realmente para nada, pero le da al juego un punto de absurdez que se agradece. Los desarrolladores claramente pensaron en un juego y sus mecánicas y, seguramente en una tarde de cervezas, decidieron como darle un contexto divertido.

Jugabilidad
Pero vamos a lo importante, el gameplay. Aquí es donde Ball X Pit realmente brilla. El concepto es engañosamente simple: avanzas por un pasillo por el que que van cayendo enemigos en una mecánica similar al clásico Space Invaders. Los enemigos no hacen nada, solo van ocupando la pantalla y abrumandote con su número. Si no logramos eliminarlos antes de que alcancen el final de la pantalla, nos atacan, provocando que perdamos nuestra vida.
Para defendernos disponemos de un número finito de bolas que podremos lanzar contra ellos. Las bolas rebotan tanto contra los enemigos como con las paredes y la parte superior, y siempre que rebotan hacen daño. Recuperamos el control de las bolas únicamente su las recogemos o si llegan al extremo inferior. Y, cuando están en nuestro poder, podemos volver a lanzarlas para seguir haciendo daño. Al lanzarlas podemos, como en el billar, elegir el ángulo de lanzamiento. Y esta es toda la mecánica.
Pero si te quedas en estos dos párrafos no entiendes la profundidad y diversión del juego. Lo primero, tienes que comprender que esto se parece a un Arkanoid más de lo que a simple vista parece. Cuanto mejor lances las bolas, más daño harás a las oleadas enemigas, y más rápido acabarás con ellas. Además, a lo que toma del clásico Arkanoid hay que sumarle lo que toma de otro también archi-famoso: Vampire Survivors. Según vamos recogiendo experiencia por matar enemigos, vamos a ir obteniendo habilidades que nos potenciarán los ataques o las habilidades pasivas de nuestro personaje. E, igual que en VS, estas mejoras tienen un límite, de 8 en este caso (4 ataques y 4 pasivas) que tendremos que ir escogiendo de lo que el sistema aleatorio del juego nos vaya presentando. Esta aleatoriedad en la generación de la build le da un punto de tensión que funcionaba muy bien en VS y que aquí ocurre de nuevo.
Lo que realmente me ha enganchado ha sido la curva de aprendizaje. Hay unas primeras partidas en que no entiendes nada de lo que pasa y, con suerte, aguantas un par de minutos sin morir. Pero tras este aprendizaje sin tutoriales (como debe ser), empiezas a entender cómo colocar las bolas para que hagan daño, qué habilidades encajan con tu forma de juego, a qué enemigos atacar primero, … Y todo hace click, y solo te queda echarle horas para ir mejorando tus personajes y lo que pueden hacer.

Como explicaba antes, el juego también incluye un sistema de mejoras que desbloqueas conforme vas ganando experiencia en el nivel. También copia de VS la posibilidad de que ciertas habilidades se puedan combinar para generar una habilidad superior (a esto lo denomina «fusión»). Y, adicionalmente, también añade un tercer nivel de habilides denominado «evolución», que permite mejorar las habilides fusionadas. Con estas dos evoluciones el número de posibilidades para nuestro arsenal de habilidades se dispara, añadiendo un factor de estrategia, pues tendremos que atender en todo momento a qué habilidades se complementan con otras y qué nos habilita las evoluciones de lo que tenemos. Es obvio decir que de la correcta elección de estas mejoras dependerá lo lejos que logremos llegar en cada nivel.
Quizás uno de los (pocos) problemas que tiene el juego es que las distintas habilidades no están del todo equilibradas. Hay habilidades que si te salen prácticamente garantizan que logres completar el nivel, mientras que otras todo lo contrario. Es de esperar que los creadores estén atentos a estos factores de equilibrio y, en futuros parches, vayan ajustando las habilidades más chetadas.
Los niveles están divididos en diferentes «pozos», cada uno con su propia temática y alguna mecánica particular, pero en esencia muy parecidos. Son pasillos continuos en los que los enemigos no paran de salir. Conforme avanzamos en ellos, llegaremos a distintos puntos de control donde el pasillo se expande, haciendo que su cuenca sea más ancha (lo que equivale a más enemigos a elimininar). Esto ocurre hasta tres veces, momento en el que lleguamos al final del nivel. En este punto nos aparecerá el boss que habrá que dar innumerables veces con nuestra bolas para derrotarle. Si lo logramos, obtendremos un engranaje, que son las piezas que nos dan acceso a abrir nuevos pozos. El juego obliga a completar cada pozo un mínimo de dos veces distintos personaje para conseguir los engranajes, así que, de una manera algo artificial, se nos obliga a re-jugar y completar cada nivel más de una vez.

El componente «extraño»
Una cosa que me ha llamado la atención es las mecánicas de recolección que el juego incorpora, que aun no he decidido si aportan algo o, simplemente, son de relleno. El caso es que, entre pasillo y pasillo, tendremos que ir construyendo nuestra Nueva Bolabilonia, para lo que tendremos todo un apartado de plantación de cosechas, bosques y minas, con los que podremos recolectar los materiales básicos de construcción: trigo, leña y piedra. Adicionalmente a esto, en los niveles iremos consiguiendo planos para la construcción de estructuras, que nos permiten desbloquear edificios para añadir a Nueva Bolalonia. Cada edificio aporta algo al juego, desde nuevos personajes con los que jugar hasta habilidades pasivas que añadir a nuestros personajes. Lo curioso es que, como bolas humanoides que somos, tendremos que recolectar nuestras cosechas rebotando por el terreno, como si de una mesa de billar se tratara.
Entiendo que los desarrolladores quisieron añadir algún componente adicional al juego para que no pareciera una copia exacta del VS. Pero la verdad, es que a mi, más allá de los detalles curiosos, tampoco le he visto gran aportación al interés general del juego. Más bien se trata de una anécdota para descansar entre pasillo y pasillo. Al menos, el tiempo que requiere esta parte del juego no es demasiado, porque en otros juegos como Cult of the Lamb, se les iba de la mano la gestión del campamento y acababa siendo tedioso.
Apartado Técnico
Gráficamente, Ball X Pit adopta un estilo colorido y caricaturesco que funciona a la perfección para lo que el juego quiere ser. Los pozos están llenos de colores vibrantes que hacen muy visual el juego. Quizás su mayor problema es que, con tdas las cosas que aparecen en pantalla, todas coloridas, bastantes veces te encontrarás que has perdido el foco del combate.
Aunque cinemáticas no hay y tampoco hay una barbaridad de animaciones, si hay que reconocer que para todo los elementos que mueve la arena, las animaciones son fluidas y el movimiento rápido, como este tipo de juego requiere.

Destacar también que los tiempos de carga son prácticamente inexistentes, algo que se agradece enormemente en un juego donde vas a morir y reintentar niveles con frecuencia.
El apartado sonoro es sólido sin ser particularmente memorable. La música es alegre y enérgica, perfecta para mantener el ritmo durante las sesiones de juego, pero no es de esas bandas sonoras que te rayan tras unos cuantos trys, ni tamopoco de las que quedarás tarareando después de apagar el juego. En el equilibrio está la virtud.
Los efectos de sonido, por otro lado, son excelentes. El ruido de las bolas chocando, los pops de las explosiones, todo tiene un feedback audio satisfactorio que hace que las acciones sean reconocibles y puedas «atender» también con el oído.
Conclusión
Ball X Pit es uno de esos juegos que te recuerda que la diversión no necesita presupuestos millonarios ni gráficos de última generación. Con un concepto simple ejecutado con gracia y una jugabilidad trabajada, apostando por partidas cortas que recompensen tanto la habilidad como la experimentación, este juego se merece estar en cualquier biblioteca de aquellos jugadores que gusten de echar un rato de entretenimiento sin pretensiones.
Seguramente, no supone ninguna revolución del género ni ganará premios, pero si buscas un juego que simplemente sea divertido de jugar, solo o con amigos, Ball X Pit es lo que necesitas. Una grata sorpresa que demuestra que las mejores ideas a veces son las más sencillas.