NINJA GAIDEN: RAGEBOUND, el análisis de TdG

Ficha técnica

Nombre
Ninja Gaiden: Ragebound
Fecha publicación
2025/07/31
Desarrollador
The Game Kitchen
Plataformas
Series X|S, PS4, PC, PS5, XONE, Switch
Géneros
Platform, Hack and slash/Beat ‘em up, Adventure, Indie, Arcade

El estudio sevillano The Game Kitchen regresan con una nueva aventura pixelart, pero esta vez por encargo. Con Ninja Gaiden: Ragebound da una lección de cómo se hace un juego retro de calidad, pero además, pero además, con un respeto absoluto a toda la tradición de una franquicia histórica. Sin duda, es un puñetazo en la mesa del este estudio, que le coloca entre los mejores del panorama mundial en cuanto a juegos pixelart 2D. Sigue leyendo para descubrir todas las maravillas que esconde el título.

Historia

Ninja Gaiden: Ragebound sitúa la historia en un punto paralelo al del mítico juego de la NES. En la línea temporal tradicional, el joven Ryu Hayabusa del clan Hayabusa parte hacia América para cumplir con la voluntad de su padre, rompiendo con este hecho el frágil equilibrio entre los mundos humano y demoníaco. En la línea que propone Ragebound, la aldea queda a cargo del joven ninja Kenji Mozu

Kenji Mozu, un joven ninja del clan Hayabusa, asume la responsabilidad de proteger su clan. En ausencia de su maestro, Kenji se ve forzado a defender la aldea Hayabusa de un ataque demoniaco al ser invadida súbitamente por demonios que ha roto la barrera entre el mundo humano y el mundo demoníaco, en una clara referencia a lo ocurrido en el título clásico. En su esfuerzo por defender a su clan, Kenji se ve obligado a unir fuerzas con Kumori, una ninja del clan rival Araña Negra,

Sin entrar en detalle para no desvelar mucho, este hecho marca una de las mecánicamas más importantes del juego, pues estaremos controlando a la vez a dos personajes, con distintas habilidades. Aunque el control principal estará asociado a Kenji, en momentos determinados tendremos oportunidad de controlar también a Kumori. Más allá de la mecánica, que ahora explicaré, esta conexión de mentes hace que la relación de ambos personajes evolucione durante la aventura. De ser personajes enfrentados e incluso adversarios, los problemas que tendrán que hacer frente juntos harán evolucionar cómo se ven y cómo se respetan, lo que da un giro muy interesante al argumento narrativo, diferenciandolo cláramente del resto de juegos de la franquicia donde el protagonista absoluto siempre era el personaje de Ryu Hayabusa.

En cuanto a la ambientación, la aventura va llevando a Kenji y Kumori a través de diversos escenarios por todo Japón, desde antiguas aldeas japonesas y castillos tradicionales del Japón feural, hasta sitios de construcción modernos y muelles inundados, incluso unas cuevas con barcos piratas -bien llevadas, no creas-, enfrentándoles a monstruos demoniacos así como a un buen puñado de soldados a sueldo de la CIA. Esta mezcla de elementos del Japón tradicional con toques contemporáneos, al contrario de lo que puede parecer, le sienta muy bien al juego, creando un contraste visual y temático que permite al juego explorar tanto las raíces clásicas de la serie como aportar algo nuevo a la franquicia. Además, ayuda a no saturar con escenarios tradicionales, que sin duda hubiese sido demasiado reiterativo.

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Gameplay

La jugabilidad de Ninja Gaiden: Ragebound es una de sus mayores virtudes. Se nota la experiencia de The Game Kitchen en los títulos de Blasphemous: precisión quirúrgica en los movimientos, diseño de niveles muy bien planificado y una curva de dificultad muy bien medida.

Cada salto, bloqueo y golpe de katana exige atención total, recordando a los títulos originales de NES, pero con un control mucho más pulido y adaptado a los estándares actuales. Los escenarios están diseñados como auténticas pruebas de resistencia, combinando plataformas con un sin fin de enemigos, combates frenéticos y trampas. La clave suele estar en llevar el ritmo del avance y no caer en las prisas, aprendiendo cuándo ser agresivo y cuándo esperar para dar el siguiente movimiento.

Quizás la aportación más interesante del título a la IP es la mecánica de “Ninja Fusion”, que permite alternar en algunos momentos del juego entre Kenji y Kumori. Este sistema, además de aportar variedad, sirve para cambiar la dinámica con la que se deben afrontar distintas partes del nivel. Kenji ofrece fuerza y combos con su katana. Por su parte, Kumori, además de contar con ataques a distancia, cuando le toca actuar requiere de una habilidad y una velocidad milimétrica para superar su parte. Algunas de las partes, las obligatorias, son de «fácil» resolución -nótense las comillas-. Sin embargo, muchas veces caerá en la responsabilidad de Kumori el recolectar objetos accesorios, no necesarios para avanzar en la aventura, lo que deriva en unas secciónes notablemente más difíciles de superar. Más allá de la dificultad, reiterar que esta doble dinámica no es meramente estética, si no que exige al jugador afrontar la situación de forma totalmente distinta, lo que vuelve a redundar en la variedad del juego.

Tanto en las fases de Kenji como en las de Kumori, el juego mantiene la velocidad frenética característica de todos los Ninja Gaiden. Además, introduce mecánicas de dash, wall-jumping y parry en salto que se integran naturalmente en el flujo de combate, permitiendo combos aéreos espectaculares y una sensación de fluidez en movimiento y ataque que resultan tremendamente satisfactorias.

La mayor diferencia con lo que los creadores de Blasphemous nos sorprenden es que este título no es un metroidvania. El juego no está diseñado para explorar y descubrir cientos de secretos. Los niveles son lineales, más allá de los secretos que esconden pero que son totalmente secundarios. La progresión del juego se apoya en un sistema de mejoras en el armamento y en las habilidades de los pesonajes que amplía el repertorio de movimientos y técnicas especiales. Estas se desbloquean mediante la recolección de objetos opcionales que se encuentran en los niveles.

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Adicionalmente, como palanca de rejugabilidad, los niveles nos asignan una nota al superarlos. Esto será un buen acicate para que los completistas rejuegen el nivel una y otra vez para descubrir todos sus secretos y obtener la puntuación máxima.

A medida que avanzamos, los niveles se vuelven más complejos, tanto en dificultad como en esfuerzo en avanzar (los checkpoints se van distanciando), obligando a una mayor precisión en todas nuestras acciones. Esta curva de dificultad está muy bien medida, para que la superación de cada nivel suponga un pequeño esfuerzo más que el anterior. Sin duda, este punto ayuda a que el jugador no sienta la frustración típica de algunos juegos en los que la curva de dificultad se dispara en un punto sin venir a cuento.

Otra de las cosas a destacar es la cantidad de variaciones que tienen los niveles. Si bien la mayor parte del tiempo serás tú el que controles el avance, en un buen número de ocasiones el escenario toma el control de distintas formas, obligante a reaccionar a lo que te lance. Así, podremos estar a bordo de una moto teniendo que esquivar obstáculos de la carretera, podremos ser perseguidos por un pulpo, o tendremos que remontar un tren en marcha… Estas son solo algunas de las sorpresas que nos deparará el juego, todas ellas de nuevo enfocadas en dar variedad al título para romper la monotonía del juego clásico.

Cada nivel cuenta con el inevitable boss. Estos, sin llegar a la dificultad que se puede esperar de un juego de este estilo, si que supondrán un reto en más de una ocasión. Diría que ninguno te llevará menos de 5 trys, entre que entiendes la mecanica y la ejecutas correctamente. Además, apuntar que todos y cada uno de los bosses tienen su propia personalidad y diseño. Ninguno se parece y se tocan prácticamente todos los palos. Además, es de agraceder que algunos de los bosses están integrados en la historia, y deberás derrotarlos en más de una ocasión.

A modo de resumen, creo que The Game Kitchen ha sabido recoger la esencia de los juegos tradicionales y dar un plus, tanto en mecánicas como en desarrollo que, sumado a una excelente planificación tanto de niveles como de progresión, hacen que el título nunca se sienta repetitivo ni aburrido.

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Aspectos técnicos

En el apartado técnico, Ninja Gaiden: Ragebound destaca por su impecable dirección artística en pixel art, que combina la estética de los 16bits clásicos con el nivel de detalle y fluidez que se exige a un juego moderno. Los escenarios están llenos de elementos animados —lluvia, humo, destellos de acero y transiciones de luz— que dotan de vida y dinamismo a cada nivel, pero de una forma elegante, sin acaparar la atención ni saturar la pantalla. Pese a su pequeño tamaño, las animaciones de los personajes son suaves y expresivas, capturando tanto la agilidad que se presupone al ninja Kenji, como la precisión letal de Kumori. Por su parte, el diseño de los jefes estan bastante elaborados, todos ellos con una identidad única, diseños elaborados y patrones de ataque bien coreografiados.

En el plano sonoro, el título ofrece una banda sonora que parece reinterpretar la forma en cómo los juegos clásicos usaban la música para acompañar la acción frenética y el avance del juego. Los efectos de sonido tienen un peso notable, con golpes y cortes que transmiten fuerza, y un diseño de audio que ayuda a anticipar ataques enemigos.

A nivel de optimización, Ragebound mantiene una tasa estable de 60 fotogramas por segundo incluso en las escenas más cargadas, con tiempos de carga casi instantáneos. El conjunto técnico no solo refuerza la jugabilidad, sino que también logra que la experiencia sea casi perfecta.

Conclusión

Como anticipaba en la intro, The Game Kitchen se ha marcado un juegazo que no solo está a la altura de la franquicia que representa, si no que aporta mecánicas novedosas y grandes ideas a esta. El juego sabe combinar perfectamente el espíritu de los arcades clásicos en los que podíamos pasarnos toda la tarde embobados gracias a su acción frenética, con un torrente de ideas frescas que hacen que el jugador no tenga nunca la sensación de jugar a un juego «retro». Todo ello embuelto en un magnífico pixel-art, y una sobresaliente dirección artística general, que nos hace retroceder a nuestra infancia y recuperar aquellas sensaciones mágicas de los primeros videojuegos de 16bits. No se me ocurre mejor cumplido que este. Gracias, The Game Kitchen.

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Valoración

Historia

80%

Gameplay

90%

Gráficos

85%
Positivo
Negativo
Picture of Alberto Sánchez

Alberto Sánchez

¡Me encantan los videojuegos! Es mi pasión desde que un día mi padre trajo a casa un flamante ZX Spectrum. Desde entonces, no recuerdo haber parado de divertirme, frustrarme, emocionarme y por supuesto, maravillarme con todo lo que este mundo es capaz de ofrecer.

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