Tenía muchas ganas de jugar a Blasphemous II. El primero me encantó. Con sus defectos, la primera entrega estaba muy bien, siguiendo los cánones de los metroidvania casi como una religión (buena analogía ;-). Así pues, esta segunda parte tenía de partida toda mi atención, al tiempo que un poco de miedo porque el equipo no hubiera conseguido hacer nada atractivo.
¿Nada a cambiado?
De inicio, parece que estamos jugando al mismo juego. Mismo personaje, misma ambientación, incluso los enemigos se repiten. Pero… no, algo se nota distinto. No se muy bien describirlo con palabras, pero siento que el juego funciona más fluido, como si estuviera todo mucho más pulido. Es una sensación extraña, volver a jugar a un juego que ya has jugado, pero que sientes mejor.

Enseguida la primera novedad. El juego nos ofrece elegir arma entre tres, con el clásico equilibrio entre velocidad y pegada. Elijo la maza, siempre me ha gustado pegar fuerte. Acto seguido, tengo oportunidad de probarla con un boss de calentamiento que me quito de en medio rápidamente. Vuelvo a tener la sensación de juego pulido. Los movimientos son suaves, sin titubeos. Todo está medido, los tiempo de reacción, de golpeo. Se siente muy agradable el combate, como que estás en un baile en el que si te sales del patrón marcado lo más probable es que te lleves un golpe (pisotón). Y poco después, volvemos a «territorio conocido», visitando la aldea que sirve de centro de operaciones, momento en el que se puede dar por iniciada formalmente la aventura.
De todo lo mencionado, me sigo quedando con las sensaciones de juego bien trabajado, dignas de un estudio maduro, algo que sinceramente me parece de alabar, puesto que sólo tienen un juego más a sus espaldas.
Más grande, más horas
A parte de las sensaciones (que son más que eso una vez te pones a la tarea), hay que destacar la ambición de los desarrolladores. Está claro que una segunda parte no se puede limitar a copiar la primera. Y, aunque este Blasphemous II lo hace, va más allá, mucho más allá. Un primer detalle que puede hacernos intuir este hecho es el ya mencionado de las tres armas a las que tendremos acceso. Pero hay más, bastantes. Por ejemplo, dentro de las armas, se incorporan nuevas mecánicas para poder avanzar en su evolución, pues tenemos que localizar las esculturas que nos permiten pasar a nivel 2 y 3 de cada arma, lo que nos obliga a avanzar por zonas secundarias.
También se nota en las localizaciones, por ejemplo, que son más numerosas que en el primer juego. Algunas son viejas conocidas, pero se incorporan bastantes nuevas, algunas con una factura gráfica notable. No es de lo mejor que se ha visto gráficamente dentro del subgénero de los metroidvania, pero sin duda representan un salto adelante en la estética del mundo Blasphemous.

También crece el volumen de enemigos, más variados que en la primera parte, así como de bosses. Tenemos creo que un total de 11 bosses (no se si me dejo alguno), cada uno con su mecánica, como no podía ser de otra forma. Y, por supuesto, las habilidades, que no pueden faltar en cualquier metroidvania que se precie. Están las consabidas, aquí no hay sorpresas (salto doble, dash en el aire), así como algunas ligadas a las armas que nos permitirán poco a poco ir accediendo a zonas no accesibles inicialmente. Me ha gustado la originalidad de algunas de las mecánicas, aunque, para ser honestos, no hay ninguna de ellas que suponga una sorpresa, como decía antes.
Y, en general, reforzando la idea de juego pulido, la configuración del mapa supone otra prueba más de esto, con un diseño en general mejor pensado que, sin ser perfecto, logra mayoritariamente el objetivo de no hacerte pasear como un loco qué te has dejado por visitar. Y digo mayoritariamente porque es cierto que hay momentos en los que, inevitablemente, te encuentras perdido o no sabes muy bien hacia dónde dirigirte. Pero son solo momentos que al poco superas. No me ha parecido complicado, al contrario que otros muchos metroidvanias que sin una guía que nos ayude, estás más que vendido.
¿Menos retos?
Ahora vamos con las cosas que no me han gustado, que las hay.
Para empezar, la dificultad. No se si será por el arma que seleccione (recuerdo: maza), pero el avance por los niveles me ha parecido muy fácil. Hasta en algún punto me planteaba si sería la maza la que estaba over porque avanzaba con extrema facilidad. He de reconocer que ese momento pasa, pero diría que casi la primera mitad del juego se pasa sin apenas esfuerzo más que en saber hacia dónde tienes que dirigirte.
Y peor, me pasó lo mismo con los bosses. No están mal diseñados y son bastante variados, con mecánicas que se diferencian muy bien de unos a otras y , cada uno con su set de movimientos propio. Pero que YO mate a la mayoría de bosses en los primeros 5 trys es un claro indicador de que no supondrán un reto para la mayoría de los jugadores. Y, de verdad que esto le resta bastante interés al juego. La única explicación que le encuentro es que a nivel de diseño le hayan querido dar un nivel de accesibilidad mayor para enganchar al mayor número de público posible. Pero esto tiene su contra, que ya le ocurrió al Elden Ring, que el público más veterano se siente un poco desmotivado por seguir avanzando. A decir verdad, el único boss con el que he sufrido (y disfrutado, masoquista que es uno), ha sido con el Primer Penitente. Este sí que me parece que está al nivel de un gran juego. Pero han sido lo suficientemente listos como para dejarle al final del juego, reforzando mi teoría de que es una decisión consciente del equipo de diseño.

¿Le quita esto calidad al juego? En absoluto, es un juego muy recomendable que, como ya me pasó con el primero, he disfrutado mucho de inicio a fin. Pero es verdad que sin el esfuerzo que supone enfrentarte a retos que te ponen al límite, el pasarlo mal para avanzar, como que se siente uno un poco menos orgulloso de haber jugado a título.
Y la historia, ¿qué tal? Pues… ni idea. A veces creo que se ponen demasiado creativos los guionistas. Debe haber competiciones entre ellos a ver quién hace las frases más enrevesadas e inteligibles. Si de verdad esto existiera, ya os digo que los de Blasphemous 2 estarían al menos como candidatos al título. ¡Cuánto mal ha hecho Dark Souls! Bromas a parte, aunque a mi me ralla tanta frase rimbombante, es de agradecer que la historia esté tan currada. Aunque no lo entienda en su gran mayoría, hay cantidad de personajes a lo largo de la aventura que nos van dando diálogos que a su vez nos dirigen a misiones secundarias, e incluso a múltiples finales. Seguro que más de uno disfruta con estas cosas.
Por ir cerrando. Si disfrutaste del primero, juega a este Blasphemous II que lo vas a disfrutar igual. Y si no, igualmente juégalo aunque no te gusten este tipo de juegos. Realmente se juega muy fácil y no hay casi ningún problema en avanzar, lo que hace la experiencia muy disfrutable para la mayoría de la gente.