Llevo un tiempo en el que los juegos AAA no me llaman la atención lo más mínimo. Creo que el último que jugué fue el God of War: Ragnarok (sin contar, claro, el DLC de Elden Ring). Aunque me gustó, no terminó de llenarme como antaño lo hacían este tipo de juegos. Y creo que no soy el único. Escuché el otro día una frase en un podcast que decía algo como que «los AAA ya no tienen alma». Creo que tiene mucha razón. Estos juegos se están convirtiendo en una especie de blockbusters de verano, que sirven para llenar momentos de entretenimiento pero que, en cuanto terminan, te olvidas de que los jugaste.
Jugando a Dragon Age: The Veilguard he tenido exactamente esa sensación. Es una superprodución como si de una película de Hollywood se tratara. Seguramente tiene más metraje de cinemática que muchas películas que se estrenan en cine. Si la historia te llena, perfecto. Pero, ¿y si falla? Se derrumba todo lo que está construido alrededor…
La historia
Dragon Age: The Veilguard está diseñado para que sea accesible a cualquier jugador, haya o no jugado a los juegos previos de la franquicia. En mi caso, que no los he jugado, he de decir que la historia se sigue perfectamente. Aunque para enganchar a los seguidores de la saga, se han incluido referencias a sucesos y algún personaje de juegos previos, principalmente de la entrega Dragon Age: Inquisition, de verdad que en ningún momento se siente que sea obligatorio haberlos jugado.
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La historia arranca por todo lo alto, con el equipo al que pertenecemos intentando detener a Solas, un mago elfico que quiere romper el Velo, lo que separa el mundo normal de otras dimensiones llenas de seres monstruosos. Obvia decir que el grupo consigue su propósito y detiene a Solas, aunque con efectos no previstos. La amenaza de Solas es sustituida por otra mayor pues el evento causa el regreso de otros dos elfos de grande poderes que ya aterrorizaron el mundo en el pasado. Tras este poderoso inicio, nuestra misión será ir reclutando un grupo de héroes que puedan derrotar a los dos dioses elfos que se han convertido en la nueva amenaza.
No quiero entrar más en la historia para no desvelar acontecimientos. Sin embargo, puedes intuir la dinámica que el juego nos plantea que, personalmente, me ha recordado a God of War: Raknarog, como decía al inicio. El desarrollo de la historia nos irá llevando a distintas localizaciones en las que iremos reclutando a los héroes que nos acompañarán en el juego. Al tiempo, iremos conociendo poco a poco más a qué nos enfrentamos.
El desarrollo del juego está muy ligado a las interacciones y diálogos que tenemos con los héroes que nos acompañan en la misión, pero también a otros personajes, como el mismo Solas, que juega un papel muy relevante. Si bien esto es necesario para el desarrollo de la historia y, del juego al fin y al cabo, muchas veces siento que soy un mero espectador de lo que pasa, como si se estuviera viendo una película. Nuestra participación se limita a que de vez en cuando se nos permita dar una respuesta utilizando los distintos tonos que el juego ofrece, provocando mayor o menor afinidad con nuestro interlocutor. Pero realmente no sientes que esto tenga ningún efecto en el juego ni en tu relación con los personajes. Tampoco es que tus compañeros te generen mucha simpatía o, mejor dicho, empatía. Quizás alguno sea más afín a ti (a mí por ejemplo me ha encantado el personaje de Lucanis), pero no logra ni de lejos acercarse a las relaciones que teníamos con nuestros compañeros en el excelente Baldur’s Gate III. Es por eso que más de una vez te encontrarás leyendo los textos y pensando en otra cosa, porque no te interesa lo más mínimo lo que te están contando. Y, sin que confraternices con tus camaradas, el juego pierde mucho enganche. Cualquiera de los títulos de la saga Mass Effect hace esto infinitamente mejor, y son del mismo estudio, BioWare. Así que pasan cosas como que te pidan ayuda para misiones secundarias y tu ni caso.
Por cierto, es un poco molesto que mientras avanzas por los escenarios tus compañeros estén constantemente hablando contigo de cosas relacionadas con la historia, es decir, aumentando el lore. Me molesta porque no puedo estar jugando y atendiendo al tiempo a esos diálogos.
Jugabilidad
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Antes anticipaba una parte importante de lo que es el juego: los diálogos. No puede ser de otra forma que tengamos que interactuar con nuestros compañeros de aventura para que la historia avance, pero siento que muchas veces las cinemáticas y los diálogos duran más tiempo que el juego en sí. Aunque esto no es ni malo ni bueno, a mi personalmente no me gusta. Prefiero ver una película.
Escenarios
En los momentos que tomamos el control del personaje en escenarios «de acción», por separarlo de cuando estamos deambulando por la base que realmente no aporta demasiado tampoco, el juego a mi se me hace muy «pasillero«. Quiero decir, no hay mucho que explorar, la ruta está prácticamente marcada por el único camino al que tienes acceso y, para facilitarlo aun más y no te pierdas, siempre hay en la pantalla un indicador que te dice por dónde debes ir. Más facilidades, imposible. Así no se te ocurre desviarte del camino marcado. Bueno, casi, porque siempre hay un pasillo lateral que, siendo traviesos, podemos investigar y, ¡oh sorpresa!, encontraremos materiales o cofres con recompensas. Se que hacer mundos abiertos es mucho más complejo y que no todos los juegos se prestan a ello, pero de verdad, que los mapas sean tan obvios es el extremo opuesto.
Puzles
Por nuestro camino guiado encontraremos algunas zonas que deberemos desbloquear con puzles. Los hay de dos clases: los que son necesarios para seguir avanzando y los opcionales. Los primeros, permíteme que lo diga así de franco, son para niños de 5 años. No tardas ni dos segundos en saber lo que tienes que hacer y si tardas más es porque estas despistado pensando en otra cosa. Luego están los puzles que te dan recompensas extra. Aquí, la mayoría de las veces son también bastante obvios pero hay algunos que dices «¿qué tengo que hacer?» y pasas como 10 minutos intentando descubrir algo que te de la menor pista. Es decir, están los dos extremos. Pienso que ni una cosa ni otra, debería haber un mayor equilibrio.
Combate
Llegamos al meollo del juego… el combate. Nuevamente, me recuerda mucho al God of War. Si has jugado a los dos últimos títulos de esta franquicia, seguro que sabes de qué te hablo.
Tenemos distintos ataques, en función de la clase que hayamos elegido. Además, disponemos de dos sets de ataque que se pueden intercambiar en cualquier momento. Todos funcionan igual… a mayor velocidad de ataque, menor daño y viceversa. También hay golpes cargados para ambos ataques, así que puedes combinar los ataques rápidos y los golpes pesados para ir controlando tu daño.
Las arenas donde se producen los combates suelen ser zonas amplias del mundo que estas explorando. En esta aparecer un puñado de enemigos, casi siempre de los mismos tipos y configuraciones: están los que te atacan a melé y, en la retaguardia, enemigos que no paran de lanzarte cosas. Todo hace que el combate sea muy rápido, pero también muy confuso. Tienes que estar atento a todas las señales que el juego te lanza. Si tienes una corona roja o amarilla en tu cabeza es que estás a punto de recibir un golpe y debes esquivar (aunque no veas de dónde te viene, que es lo normal). Y si ves trayectorias de flechas a tu personaje es que estas en el punto de mira de algún enemigo a distancia y en breve te lanzará una lanza o similar. Así que te pasas el combate golpeando a lo loco y esquivando casi de forma constante sin saber muy bien si con eso será suficiente para que no te alcancen. Normalmente no lo es. Otra cosa que he notado (jugando en el nivel medio, aventurero creo que se llama) es que tu energía baja ridículamente rápido mientras que las de tus enemigos tarda en bajar siglos, incluso los más débiles. Supongo que será por la clase de personaje que elegí, mago. Pero al final me encontraba casi siempre con la vida al límite y limitado a lanzar ataques a distancia para que nadie me toque.
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Otra cosa del combate que me ha resultado muy frustrarte es que continuamente se pierde el foco. Estoy acostumbrado a que marco a un personaje y me dedico a eliminarle, pero este juego te lo pone bastante difícil. Los enemigos duros, a los que tienes que dedicarles más esfuerzo, no paran de lanzarse a por ti y de saltar hacia ti. Y en todos estos momentos se pierde el foco. Así que, te pasas el combate poniendo el foco en el enemigos que quieres atacar en lugar de utilizar ese tiempo para atacarle.
Por último, no lo he mencionado antes, pero siempre luchas con dos héroes a tu lado. Pero, luchar es un término muy generoso… más bien te acompañan y «hacen bulto». Porque los enemigos duros casi siempre están centrados en tu personaje, da igual la distancia que te separe de ellos. Tus compañeros sí atacan y provocan algo de daño, pero no te confundas, tú eres quien tiene que ganar los combates. Solo son útiles cuando tu les ordenas lanzar ataques. Cada personaje (tu incluido) tiene sus habilidades especiales que puede utilizar a lo largo del combate si tiene el maná suficiente para lanzarlo. Obviamente, tu controlas las tuyas, pero también controlas las de tus aliados. Recuerda esto (a mi me costó) porque va ser clave que estés continuamente lanzando los especiales a los enemigos para que tus compañeros realmente aporten algo al combate. Si no, te va a tocar correr y sufrir mucho, como me pasaba al principio.
Pese a todo, si te acostumbras al caos y al que te ataquen por todas partes, el combate resulta entretenido y ligeramente desafiante.
Loot
Y hablando del loot, para mi otro de los aspectos que no terminan de funcionar. Los escenarios están llenos de recovecos donde puedes conseguir oro y otros elementos que te sirven para mejorar las armas, tanto las tuyas como las del resto del grupo. Así que intenta conseguir todo lo que puedas.
De vez en cuando, encontrarás mejoras para tu equipo o el de tus aliados. Aprovéchalo porque marcan una diferencia sustancial en el combate. El tener un equipo del nivel correcto será lo que marque la diferencia entre correr como pollo sin cabeza por el escenario o más o menos controlar el combate e ir despachando a los enemigos. Es de agradecer que no se te llene el inventario de armamento, pero también le quita la gracia al tema de prepararte la build porque, prácticamente el 90% de las veces que aparezca un objeto, como lo obtienes en una zona más avanzada, será de calidad superior y, por tanto, será el que tienes que usar.
Apartado técnico
Gráficos
Aquí es donde se nota el poderío de un triple AAA. Los gráficos son una auténtica delicia. Dragon Age: The Veilguard se posiciona como uno de los juegos más impactantes gráficamente de los últimos años. BioWare ha llevado el motor Frostbite a nuevas alturas, ofreciendo entornos ricos en detalles y efectos de iluminación que sumergen completamente al jugador en los diferentes mundos del juego. Sin embargo, este estilo vibrante no empaña la estética general del juego. Todo lo contrario, es un soplo de aire fresco a los ya muy manidos escenarios decadentes. Incluso en mi equipo no muy potente (aun tengo una pobre 2060), todo se ve espectacular. No puedo imaginar lo que debe ser ver el juego con toda su configuración a Ultra. Supongo que simplemente espectacular.
A parte del músculo en el apartado gráfico, decir que la dirección artística es excelente. Las cinemáticas son de lo mejor que puede encontrarse en el mundo de videojuegos, con diseños de personajes de muy alto nivel a la par que espectaculares. No he apreciado ni un solo fallo en su desarrollo de las cinemáticas. Se puede decir que tanto la parte artística como la técnica están rallando la perfección de lo que se puede hacer a día de hoy en un videojuego.
Calidad técnica
En el apartado de fallos decir que el equipo ha hecho un buen trabajo. Contra lo que suele ocurrir últimamente en que los lanzamientos están plagados de fallos, yo no he visto nada que perturbe la experiencia de juego. Los más detallistas podrán seguramente apreciar algún movimiento brusco cuando el personaje se topa con un desnivel en el terreno o algún pequeño clipping de los personajes con los entornos. Pero de verdad, son cosas muy menores que no molestan. En general, la factura del juego es muy alta y la prueba es que se han sacado dos parches con correcciones menores.
Conclusiones
Llevo pensando hace tiempo que los AAA ya no tienen alma. Se han convertido en un producto dominado por estudios a sueldo de empresas más preocupadas de ordeñar la vaca de las IPs que de generar buenos productos. En función de lo bueno que sea el estudio encargado, el juego sale mejor o peor pero, normalmente, todos adolecen de que no es su juego, no tienen libertad para hacer lo que quieren, tienen que hacer lo que les pide la empresa que les paga. Y, con la libertad creativa coartada, es complicado que salgan productos excepcionales como los que forjaron las franquicias originales. Incluso un estudio como BioWare, que tiene auténticas joyas en su catálogo, no es capaz de entregar un valor diferencial con este Dragon Age: The Veilguard. ¿Es un buen juego? Sí, si lo que buscas es un entretenimiento «de palomitas». Si buscas algo más, creo que tienes que buscar en otro sitio, en estudios como como FromSoftware o Larian que si ponen el alma en cada uno de sus proyectos.